Moonlight
Lo de los cuentos, donde un príncipe rescata una princesa, todo eso ya es historia. Entre otras porque los cuentos son eso que te cuentan cuando eres pequeño, como hacen los abuelos a sus nietos en “La princesa prometida”, porque ninguna princesa tiene que ser rescatada. En esta vida no hay rescates. Sólo príncipes con príncipes, princesas con príncipes y princesas abrazadas a su princesa.
Si el mundo fuera un cuento, si lo fuera y si dejáramos a la mente no tener edad, todavía podríamos jugar a eso. Pero no lo es, aunque ¿por qué no jugar? ¿por qué no imaginar un cuento? Aunque ya no tengamos edad para ello, ¿por qué no imaginar? …
Que es jueves, que en la habitación de Catherina, vuelve a sonar “Paint it black” de los Rolling Stones. Como aquella noche en que le besó por primera vez en el coche, volviendo de cenar en una pizzería. La típica cena + cine, ese día tocaba una de Nolan. Pero la película era lo de menos, lo importante era que había aceptado su invitación, después de intentos no fructíferos, por problemas de agenda o simplemente por miedo o comodidad.
“Veo a las chicas pasar” canta Mick Jagger, mientras Carlos Mora hace los últimos retoques, dándole a su rostro los tonos adecuados, para que esté más bella de lo habitual, deja que “juegue” con su pelo y haga magia. Jennifer coloca el tocado creado con cariño y mimo en armonía con el conjunto de decoración floral de Rosa, con flores preservadas y colores fuego atrevidos como la joven novia.
Ella, que siempre ha sido de llevar el pelo suelto, se deja hacer, cerrando los ojos, sonríe pensando en la película de Nolan. Se levanta del tocador, encima de la cama, el vestido de novia diseñado por Antonia Pinilla, la espera. Tampoco es que le sobre el tiempo, a las doce ha quedado con Marc su caballero oscuro.
Una vez se queda sola en la habitación, acaricia la tela del vestido, sonríe y se desnuda, dispuesta a ponerse algo que nunca volverá a ponerse. Porque tampoco habrá otro día que lo justifique.
Marc, aparece con su traje de Pujol Vilà. “¡Qué cambio!” piensa Catherina, que está acostumbrada a verlo con sudaderas GAP, tejanos y unas deportivas, normalmente blancas. “¡Qué hermosa!” piensa Marc, mientras le desliza una lagrima por la mejilla. – Lágrimas de felicidad, esas son las buenas! .-
“Es nuestro día y lo haremos inolvidable» dicen la joven pareja y pisan la calle, donde en la acera de delante descansa su Volkswagen Kombi «Roja». La típica furgoneta con la que irías con tus colegas a surfear o a recorrer mundo. Pero hoy no hay olas que cabalgar ni países que descubrir. Hoy sólo quieren empezar a ser cada uno el mundo del otro.
En la Van encuentran unas coordenadas que «La Madre del Cordero» les había facilitado. Les tenía preparada una grata sorpresa “el día que os caséis mi regalo será bajaros la Luna”. Arrancan el motor y salen de la ciudad, hacia las afueras.
Mientras un coche les sigue casi en procesión. En donde van Noelia Robles y Luis Catalinas para inmortalizar ese día. En fotos de esas que todos revisamos con el paso del tiempo. Y en un vídeo que da vida a lo vivido.
En la furgoneta, Marc pone música, suenan temas de los Rolling, los Beatles, algo de los Guns N’ Roses y los dos cantan. Más que cantar, susurran, riéndose por momentos.
Llegan a una especie de campo. “¿Será por aquí?”, mientras meten la VW Kombi entre las piedras, por un camino no asfaltado. Cuando la flecha señala que ya están en el punto indicado, bajan de la furgoneta y ven la luz del sol colándose entre unos árboles.
Ella deja el ramo, que no había soltado ni un solo momento. Abraza a Marc por detrás. Marc cierra los ojos, los cierra tranquilo, porque Catherina es quien está en ese momento ahí. Se quedan en silencio unos minutos, lejos de todo, pero lo más cerca que se puede estar de lo que realmente les importa en ese momento.
Minutos de besos, de confianza plena. Avanzan entre los árboles y ahí está. Esa Luna, con un pequeño altar donde casarse. Esa Luna, que les espera impaciente y confidente. Se acercan a ella, disfrutando de las preciosas vistas que nacen desde un acantilado. Se quedan en ese sitio y los besos, miradas y abrazos se convierten en el único aire que necesitan.
El Sol poco a poco se va despidiendo y la Luna empieza a brillar. Siendo a su manera, partícipe de “el primer día y la primera noche del resto de sus vidas”. Y para cuando despiertan al amanecer, en esa furgoneta, la Luna ya no está. Se ha ido a dormir, con una sonrisa, feliz por el amor que ha visto en Marc y Catherina. Ellos sonríen “feliz primer despertar del resto de nuestra vida”. Y colorín colorado…
Espero que hayáis disfrutado leyéndolo, tanto como yo escribiéndolo. Gracias a Marc y Catherina por ser el príncipe y princesa. A Jesús Diaz por dejarnos llegar donde nuestros ojos no pueden. A OuiOuiCastellar por darle a esa Luna los focos que la hicieron brillar entre la oscuridad. Y a La Madre del Cordero por juntar los capítulos de este cuento. Porque es un cuento, aunque ya tenemos una edad ¿a quién no le gustan los cuentos? Texto: Amparo (La Madre del Cordero)
-Fin-
CRÉDITOS
Diseño y Organización: @lamadredelcordero_
Vídeo @luiscatalinas_videographer
Drone @jesusdiaz_vila
Fotografía @noeliarobles_photo
MUAH @carlosmora_makeup
Vestido @antonia.pinilla
Traje @pujolvila
Flores @laginestaflorsiambients
Tocado @nomumi__
Furgoneta @advantura.vanlife
Iluminación @ouiouicastellar
Altar @lamadredelcordero_
Novia @itscatherinesmile
Novio @mrmartinez99