Marta y Pablo eran un par de desconocidos que tenían algo en común: su fijación romántica con el mar.
Ella soñaba casarse en un escenario que tuviera como música de fondo el batir de las olas. Él amaba echarse a las aguas, como buen heredero de una larga tradición de hombres de mar.
Por eso, porque en el fondo eran un par de románticos empedernidos, no pudieron negarse cuando recibieron la invitación a la boda de unos amigos en común.
Se conocieron en la embarcación donde se llevaría a cabo la ceremonia. Un bote capaz de complacer con sumo agrado todas las necesidades de una joven pareja que está por casarse y atender con beneplácito a todos sus invitados. El barco estaba destinado a navegar sobre las aguas del Mediterráneo.
Algunos creen que las bodas son el escenario perfecto para conectar con el amor, y parecía que con Marta y con Pablo había ocurrido la magia. Él le lanzaba algunas miradas, llenas de curiosidad y encanto, mientras ella se limitaba a sonreír con timidez.
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La noche antes de la ceremonia, él por fin se acercó y le habló. Antes de ir a descansar, brindaron en secreto por la felicidad de los novios y conversaron por horas en la cubierta del barco, con un manto estrellado sobre sus cabezas.
¡Tenían tantas cosas en común! Marta y Pablo casi sentían que podían agradecer a sus amigos por la invitación a aquella ceremonia, parecía como si en el fondo todo hubiese estado predestinado a su encuentro.
Esa noche Marta volvió a su camarote con una sonrisa pícara en los labios. A Pablo no le preocupó quedarse un poco más a solas con sus pensamientos, feliz de haber conocido a una mujer excepcional.
Ahí, con la última copa de la noche en las manos, Pablo notó que el clima comenzaba a enrarecerse. El viento, que antes era apacible y las aguas que parecían tan calmas, comenzaban a agitarse amenazando una tormenta.
Amaba el mar, pero tenía que admitir que la idea de enfrentar una tempestad en una embarcación tan pequeña, lo ponía seriamente nervioso.
¿Serían los encargados del barco lo suficientemente expertos como para manejar la situación? Conforme fue empeorando el clima, los pasajeros descubrieron con angustia que sus vidas corrían peligro y Pablo solo pudo pensar en el bienestar de Marta.
Entre el tumulto de gente que buscaba la salida, Pablo se abrió paso y fue a buscar a Marta a su camarote. Por suerte ella aún seguía allí. Estaba tan aterrada que ni siquiera se había planteado la idea de huir por su vida.
Pablo tomó sus manos y la llevó consigo a la cubierta del barco, pero muchos de los botes salvavidas ya habían zarpado con algunos sobrevivientes afortunados.
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Marta y Pablo estaban a su suerte. Se abrazaron, creyendo que sus vidas acabarían allí esa misma noche, sin embargo, les bastó una mirada para saber que ambos estaban dispuestos a luchar.
Valía la pena pelear por sus vidas, solo para descubrir qué les tenía deparado el destino, al hacerlos coincidir de un modo tan sorprendente. Decidieron lanzarse al mar. Allí batallaron contra las aguas, logrando salir a flote a pesar de la confusión propiciada por la oscuridad y el rugir de las olas.
Con suerte, ambos pudieron ponerse a salvo, valiéndose de los escombros que había dejado la tempestad para flotar sobre las aguas. Decidieron mantenerse cerca, muy cerca, protegiéndose el uno al otro en medio del naufragio.
Intentaron pedir ayuda, pero conforme el mar se fue sosegando, se dieron cuenta de que podrían resistir un poco más. Fueron arrastrados a tierra firme y dieron gracias de haber salido ilesos de esta lamentable experiencia.
Allí, en esas costas desiertas y rocosas, luego de una madrugada de angustia y desesperación, Pablo y Marta tuvieron la oportunidad de mirarse a los ojos nuevamente. ¡Qué singular coincidencia los había unido, incluso en las circunstancias más adversas!
Pablo envolvió a Marta entre sus brazos, contemplando el tocado que naturalmente las aguas del Mediterráneo habían dejado sobre sus cabellos. Le pareció, en aquel preciso instante, la mujer más maravillosa que jamás había conocido.
Allí, en el escenario más inimaginado que nunca hubiesen podido contemplar, Marta y Pablo estaban viviendo su propia historia de amor. El inicio de un romance extraordinario y perfecto.
Ambos habían asistido ese fin de semana a una boda que no era la suya, pero al contemplarse sintieron como si la verdadera pareja que estuviera a punto de celebrar su unión, fuesen ellos mismos.
La tierra firme que los había contenido luego de su naufragio se había convertido, sin imaginarlo, en la sacerdotisa intangible que había oficiado de hecho una unión para toda la vida.
Marta y Pablo eran un par de desconocidos que tenían algo en común: su fijación romántica con el mar. Las aguas les habían dado la bienvenida, sellando sus lazos con sal y arena.
CRÉDITOS
Wedding Planner: Julia Llodrá | http://www.eventoslamagrana.es | Instagram @eventos_la_magrana | @juliallodra_events
Photo & Video: Rock & Wedding | www.rockandwedding.es | Instagram: @rockandweddingspain
Vestido novia: Rosa Clara | www.rosaclara.es Instagram: @rosa_clara | @rosa_clara_alicante
Traje Novio: Carlo Ruzzini | www.carloruzzini.com Instagram: @carloruzzini
Flores: El Juli Florista Instagram: @eljulicreativeflowers
Mobiliario : La Cierva Vintage Deco | www.laciervavintagedeco.com Instagram: @laciervavintagedeco
MUA: Raquel Castillo | Instagram: @raquelcastilo
Papelería: María Garland pide un deseo Instagram: @mariagarland.pideundeseo
Modelos: Ciao Models | www.ciaomodels.com Instagram: @ciaomodels
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